By Daniel Reig
27/02/2020

Me crujen las articulaciones, ¿debo preocuparme?

Todos, con mayor o menor frecuencia, alguna vez chasquidos en las articulaciones: al coger peso, al levantarnos de la cama, al cambiar de postura en la silla de la oficina… Si son muy frecuentes, es posible que estés empezando a preocuparte…¡pero no sufras! Son consecuencia de un fenómeno perfectamente normal llamado cavitación, por el que el líquido sinovial, que es el encargado de lubricar las articulaciones, libera una serie de gases que provocan pequeñas burbujas que explotan produciendo esos característicos crujidos.

¿Cuándo debo preocuparme?

El único indicador de que algo va mal es que el chasquido venga acompañado de dolor. En ese caso, lo mejor es que acudas al traumatólogo, ya que es posible que los crujidos estén asociados a otros problemas que requieran tratamiento, como por ejemplo:

  • Ratones articulares: fragmentos sueltos de cartílago que, cuando se interponen entre un hueso y otro, provocan el crujido acompañado de dolor.
  • Rotura de menisco: éste puede girar sobre sí mismo y producir el chasquido.
  • Otras patologías como luxaciones, artritis, etc.

¿Puedo hacer algo para que mis articulaciones crujan menos?

Los casos en los que estos chasquidos no están acompañados de dolor no requieren, por tanto, ningún tipo de tratamiento. Si te gustaría que tus articulaciones crujieran menos, algunas medidas que puedes tomar son:

  • Hidratarte con frecuencia para facilitar la lubricación de las articulaciones.
  • Hacer deporte, sin olvidar calentar y estirar correctamente antes y después de su realización.
  • Evitar mantener la misma postura durante mucho tiempo. Si no te queda más remedio, realiza movimientos suaves con la articulación que suele crujir.
  • Ponerte en manos de un fisioterapeuta para liberar partes blandas y mejorar la amplitud de movimiento de las articulaciones.

¿Es malo provocar los chasquidos articulares de manera voluntaria?

En ocasiones necesitamos provocarnos este chasquido de manera voluntaria para ampliar la movilidad de la articulación si la notamos un poco rígida. No existe un consenso científico, ya que algunos estudios indican que no es perjudicial, mientras que otros afirman lo contrario. Por ello, nuestro consejo es que no abuses de este gesto, aunque no pasa nada si necesitas hacerlo de vez en cuando.

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