By Daniel Reig
22/03/2021

Ondas de choque ¿cómo las aplicamos en la Fisioterapia?

Como sabéis, es diversa la aparatología que usamos en nuestra clínica de fisioterapia, osteopatía y haloterapia de Jaén para tratar a nuestros pacientes. Y hoy os queremos hablar en concreto de las ondas de choque, muy eficaces en determinadas patologías y que se utilizan como terapia desde principios de la década de los 80. Comenzó siendo un tratamiento para los cálculos renales, pero tiene tan buenos resultados que su uso se ha extendido a numerosos campos. Por ejemplo, se emplea en medicina estética, para curar lesiones musculares y también para el tratamiento de trastornos sexuales, como la disfunción eréctil o la enfermedad de Peyronie. Hay distintos tipos de ondas de choque:

-Ondas de choque focales: Están generadas por inducción electromagnética y se propagan de forma lineal, es decir, se dirigen hacia un solo punto. Producen baja dispersión de la energía y ejercen una alta presión (entre 100 y 1.000 bares). Estas características permiten a las ondas de choque focales una mayor penetración en los tejidos y actuar a nivel celular, lo que también provoca molestias mayores en el momento de su aplicación.

Este tipo de ondas de choque está especialmente indicado para el tratamiento de puntos gatillo miofasciales profundos, tendinitis de inserción crónica y calcificaciones, así como para puntos de dolor local profundos.

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-Ondas de choque radiales: Se diferencian de las focales en la forma de producirse las ondas, ya que en este caso se utilizan medios neumáticos, como el aire comprimido (y no por la electricidad). Además, no se utilizan para atacar un punto concreto, más bien se usan para abarcar zonas más amplias. Ejercen una presión baja (entre 1 y 10 bares). Se aplican sobre tejidos blandos de forma superficial y media, activando la microcirculación y el metabolismo tisular.

Están indicadas para el tratamiento de tendinosis o tendinitis -calcificadas o no- de codo, hombro y rodilla; en espolones calcáneos, fascitis plantar, en la bursitis trocantérea y síndrome de la fricción de la banda iliotibial, entre otras lesiones más superficiales.

En cualquier caso, sean de un tipo u otro, las ondas de choque extracorpóreas han demostrado tener efecto analgésico y antiinflamatorio, aumentar temporalmente la vascularización y activar la angiogénesis. Además, ayudan a desfragmentar los depósitos calcáreos y estimulan la neosteogénesis en procesos de pseudoartrosis y retraso en la consolidación de fracturas.

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